Noelia Villegas es el alma detrás de Araucaria


Madre, jugadora de polo, empresaria, amante de los caballos y de las tradiciones que definen nuestro linaje cultural. Pero, por sobre todo, es una mujer que cree profundamente en su país.
Su vínculo íntimo con la naturaleza y su amor por el campo fueron la chispa de un proyecto que nace desde lo más profundo: el deseo de poner en valor lo hecho con sabiduría, de abrazar un propósito que trascienda el tiempo y nos devuelva lo esencial, sin mezclas que diluyan su autenticidad.
Inspirada por los paisajes de montaña y la serenidad de la geografía agreste, descubrió que cada pieza artesanal encierra una energía única: un pedazo vivo del lugar donde fue creada.
En un mundo donde la moda cambia al ritmo del consumo, Noelia eligió otro camino. Uno más lento, más consciente, más verdadero. El camino de la permanencia, de la herencia, de lo eterno.
Araucaria no es solo una marca. Es una declaración de principios. Una forma de habitar el mundo con respeto, belleza y sentido.
Con una mirada amorosa por los detalles y un profundo respeto por la maestría artesanal, Noelia fundó Araucaria como un proyecto que honra la sabiduría y celebra la riqueza cultural de la Argentina desde su raíz más genuina.
A través de su liderazgo, conecta saberes ancestrales con una visión clara de futuro. Cree en el trabajo hecho con pasión, en la nobleza de lo simple, en el valor del origen.
Su forma de crear es también su forma de vivir: pausada, consciente, agradecida. Cada prenda que nace en Araucaria está pensada como un objeto único, con alma, para quienes saben reconocer lo que hay detrás de lo hecho a mano, con tiempo y con amor.

Elegimos llamarnos Araucaria por un símbolo que une naturaleza, historia y espíritu.

La araucaria es un árbol sagrado para los pueblos originarios. Su fruto —el piñón— fue alimento esencial y emblema de vida. De crecimiento lento y gran longevidad, este árbol milenario representa sabiduría, resistencia y conexión con la tierra.

Como sus ramas, crecemos hacia el futuro sin soltar lo esencial.
Como su presencia, habitamos el paisaje con elegancia serena.

Araucaria no es solo un nombre.
Es un homenaje a lo que permanece, a lo que nutre silenciosamente el alma de un territorio, y solo revela su belleza a quienes saben detenerse y contemplar.